REVELACIONES 8

REVELACIONES 8

VORTICE PINEAL

Vórtice pineal, tercer ojo, glándula pineal, sexto Chakra son algunos de los muchos nombres que se le da a este ojo invisible entregado por el Creador para nuestra presente evolución.

Cuando naces, este ojo funciona en su totalidad, pero en la medida que creces comienza a cerrarse, esto ocurre desde los 4 y hasta los 5 años de edad. Cuando este ojo espiritual por distintas razones no se cierra, estamos frente a un vidente.

En tu mundo está muy afianzado el concepto de que el tercer ojo solamente sirve para ver auras, espíritus, o planos invisibles, pero… es mucho más que eso, como lo verás en este relato en donde participa el maestro Hari y su ayudante Ajanabh.

EL VIDENTE

Cierto día el maestro Hari y su fiel amigo Ajanabh disfrutaban junto a unos árboles de unas sabrosas manzanas negras.

-Maestro, ¿Qué es un vidente?

– ¿Por qué me preguntas eso Ajanabh?

-Lo que sucede es que en el pueblo hay un hombre llamado Vandor que dice tener el poder de ver el aura de las personas para curar sus enfermedades y mejorar su suerte.

¿Qué cree usted maestro?

-Pienso que lo visitaré, pues últimamente mi horóscopo tibetano no me ha favorecido mucho.

-Pero maestro, usted siempre hace mofa de lo que le cuento.

-Ajanabh amigo, no será necesario visitarlo y ahora termina de comer tu manzana negra pues después seguiremos con nuestras bayas de Goji.

-Pero maestro, perdóneme que insista pero este señor Vandor dice que ve el aura, y que en eso es maestro.

-Ajanabh, te explicaré en palabras sencillas. Tú en este momento estás  vestido con pantalones rojos, botas negras, un traje azul, un cinto amarillo y un escudo dorado. Esos son los colores de tu ropa, pero tu cuerpo físico también tiene otros colores que no los puedes ver. Estos colores invisibles al espectro del ojo humano se le llaman aura física, pues también tienes un aura astral.

-Entonces si voy en donde el señor Vandor, ¿Él podría ver mis otros colores?

-Así es Ajanabh, que de hecho no son tan escandalosos como los que ahora vistes.

-Pero maestro, usted me regaló esta ropa.

-Por supuesto, así puedo verte a kilómetros y que no te me pierdas.

-Maestro.

-Dime Ajanabh.

-¿Y para qué le sirve  al señor Vandor ver el aura de las personas?

-Tal vez es su trabajo, y con eso vive Ajanabh.

-Ajanabh, todos los objetos y seres vivientes están rodeados de un halo de energía que comúnmente le llaman aura.

-¿Las piedras también maestro?

-Las piedras, los peces, los animales, las aves, el pasto, los árboles, las personas, las frutas, absolutamente todo.

-¿Y por qué tenemos esa aura maestro?

-Porque simplemente estamos vivos y tenemos energía.

-Y el señor Vandor, ¿Qué le dice a uno cuando va a ver el aura?

-No los sé, pero seguramente ve colores y los interpreta.

-Maestro, una vez Nikolai me dijo que las personas malas tenían el aura negra.

¿Es verdad eso Maestro?

-No necesariamente Ajanabh, el aura es energía y tú la modelas de acuerdo a tus preferencias.

-Por ejemplo:

Si tú ves a una persona vestida de negro, ¿Qué piensas?

-Pienso maestro que está muy triste y que seguramente va a un funeral.

-Pero si yo te dijera Ajanabh que esa persona no está triste sino que todo lo contrario, está muy feliz porque la vestimenta negra lo hace ver muy elegante.

-Tiene razón maestro.

-¿Entonces Nikolai estaba equivocado?- dijo Ajanabh esperando la respuesta de Hari.

-Más que usar la palabra equivocado debemos pensar que está en un proceso de aprendizaje como lo estamos todos.

-¿Es difícil ver el aura maestro?

-Desde el momento en que nacemos, todos podemos ver el aura, pero después esas cualidades se pierden en la medida que creces, en el caso de Vandor esa cualidad la mantuvo intacta a través del tiempo.

-¿Entonces es difícil ver el aura maestro?

-Lo difícil es interpretarla, sobre todo cuando lo aprendes por libros, pues los colores que ahí enseñan no siempre coinciden con lo que representa en la persona.

-Maestro.

-Dime Ajanabh.

-¿Y en que parte del cuerpo esta ese ojo invisible que puede ver el aura?

-Te explico:

En el medio de tu cerebro tienes una especie de guisante que nosotros los tibetanos le llamamos el ojo de Dangma.

-Maestro.

-¿Yo tengo un guisante en el cerebro?

-Ajanabh, no seas tan literal, si yo te dijera que tu cerebro es un mar de conocimientos, ¿Acaso pensarías que tu cerebro está lleno de sardinas?

-Perdón maestro, que torpe soy.

-No Ajanabh, no eres torpe, solamente eres un poco apresurado, si fueses torpe difícilmente podríamos estar entablando este diálogo.

Retomemos.

En el medio del cerebro todos los seres humanos tienen una pequeña glándula con forma de piña rodeada de tres Chakras que te permiten realizar el trabajo de videncia.

-¿Me entiendes Ajanabh?

-No maestro, prefiero que me explique con lo del guisante.

-Lo suponía… bien.

Como te dije mi querido amigo Ajanabh este pequeño guisante que está en el medio de tu cerebro te permite ver el aura y muchas otras cosas.

Cuando vas creciendo este pequeño guisante se endurece y pierde sus cualidades, si se mantiene blando te conviertes con los años en un vidente.

-Maestro.

-¿Yo puedo activar ese ojo invisible?

-Todos lo podemos hacer, pero la mayoría declina porque se requiere de trabajo y mucha meditación, como así también de un cambio radical como persona. Pero ten presente Ajanabh que aun así muchas veces la personas a pesar de su esfuerzo no lo logran activarlo.

-¿Usted maestro puede ver el aura?

-Con los años que tengo Ajanabh, me conformo con ver bien el mundo físico para así no tropezar y saber a quién ayudar.

-¿Pero Vandor es más poderoso que usted maestro?

-Mil veces más poderoso Ajanabh.

-Maestro, no diga eso, usted sabe que para mí es la persona más poderosa del mundo.

-Bueno, ahora sabes que no es así y deberás aprender a vivir con esa pena.

El maestro Hari realmente disfrutaba en demasía con las preguntas y las reacciones de Ajanabh.

-Maestro, me entristece que diga eso.

-Ajanabh, los hombres pierden muchas vidas intentando ver más allá de lo que el Creador nos entrega, solo observa las maravillas del mundo físico y después pide perdón.

Cierta mañana mientras el maestro Hari y Ajanabh conversaban animadamente, a lo lejos divisaron una silueta.

-Maestro, alguien se acerca.

-Bueno, esperemos a ver de quien se trata.

-Buen día, por la descripción que me dio un amigo usted debe ser el famoso maestro Hari.

-Hari si, famoso no.

-Disculpe maestro y además perdone mi imprudencia al venir sin previa invitación.

-Pierda cuidado hijo.

¿En qué puedo ayudarte?

-Maestro mi nombre es Isan Yadav pero en el pueblo me conocen como Vandor el vidente y necesito de su ayuda.

-Primero Isan quiero presentarte a uno de tus admiradores, él es mi ayudante y se llama Ajanabh.

-Señor Ajanabh, el honrado soy yo, pero creo que si a alguien tiene que admirar es a su maestro.

-Te lo dije Ajanabh, este muchacho es muy simpático.

Hari solamente desplegaba su risa ante Ajanabh.

-Isan, quiero que me cuentes detalladamente lo que te ocurre para poder ayudarte y si puedes remontarte a cuando eras un niño mucho mejor.

-Maestro Hari, mi vida desde pequeño fue como la de todo niño tibetano. Usted sabe que en este lugar el alimento escasea y que las personas en general conviven con la pobreza.

Mi familia es numerosa, somos nueve hermanos en total, todos con vida, al igual que la mía.

Desde pequeño fui un niño travieso, pero al mismo tiempo obediente. A los seis o siete años de edad por lo que recuerdo comencé a tener pesadillas, o lo que yo creí eran pesadillas.

-¿Cómo eran esas supuestas pesadillas Isan?

-Maestro Hari, eran horrorosas, veía personas con sus rostros heridos, ensangrentados, como si hubiesen tenido un accidente. En un principio solo los veía, pero con el tiempo y para mala fortuna mía cuando se dieron cuenta que podía verlos comenzaron a hablarme.

-¿Qué te decían Isan?

-Me decían que les ayudara, pero como yo era solo un niño no entendía lo que significaba ayudar.

Todas las noches me martirizaban, hasta que un día me enfermé.

Pienso que fue el miedo maestro.

Mis padres con el poco dinero que tenían hicieron un sacrificio y me llevaron a un médico pues tenía una alta temperatura. El doctor dijo que estaba sano y que la fiebre se debía a que estaba durmiendo muy poco.

Mis padres dijeron:

Te acostarás más temprano, y lamentablemente esa no fue la solución pues estas imágenes continuaron y no me quedó otra opción que acostumbrarme o simplemente tratar de ignorarlas.

-¿Les contaste alguna vez a tus padres lo que veías?

-No maestro, y el motivo fue por qué estos seres me decían que si contaba dañarían a mis padres y hermanos.

Cierto día cuando tenía aproximadamente unos doce años, llegó al pueblo un circo, en aquellos años eso era una gran novedad.

Todos los niños fuimos a ver desfilar a los artistas, habían hombres gigantes, otros muy pequeñitos, animales, contorsionistas y entre todos ellos había uno que se hacía llamar el gran Vandor, inmediatamente y a pesar de mi corta edad me llamó la atención.

Pero como no había dinero alguno y mis padres no podían comprar una entrada hice algo muy malo.

-¿Qué hiciste Isan?

-Me introduje por debajo de la carpa desviando toda vigilancia para no pagar, eran tantas mis ansias de ver al gran Vandor que en ese instante no me importó.

El número de fondo y a su vez el principal era el gran Vandor. Recuerdo como su fuese ayer que me quedé impresionado con sus números adivinatorios.

-¿Qué adivinaba?- Preguntó Ajanabh.

-Señor Ajanabh, él lo sabía todo, podía saber su edad, cuál era su oficio, también lo que la gente tenía en sus bolsillos, que es lo que había comido el día anterior e incluso lo que estaba pensando.

Recuerdo que una vez un hombre que estaba en el público intentó ridiculizarlo y le dijo:

Usted es un mentiroso y un estafador.

Las personas del público a las cual usted adivina son pagadas.

A ver adivine cual es mi nombre.

El señor Vandor con mucha calma le dijo:

No se tu nombre, pero si el de tu caballo cuervo que te lo acaban de robar. A propósito, ¿Quién le pone a un caballo blanco cuervo?

Efectivamente así se llamaba el caballo y también se lo habían robado.

Todas las tardes me pasaba por debajo de la carpa para ver su número. Era tanta mi admiración que un día decidí visitarlo al término de la función. Con mucha vergüenza me acerqué a su carpa pero antes que llegara, él ya me estaba esperando con su rostro siempre sonriente.

Me dijo:

-Muchacho, no pierdas tu tiempo admirándome pues cuando seas adulto serás mejor que yo. Tocó con su mano mi cabeza y me dio su bendición. Esa noche fue una de las más mágicas que he tenido en mi vida.

Lo cierto es que un día el circo se marchó y nunca más supe sobre el gran Vandor. Con los años y a modo de homenaje tomé su nombre.

Cuando tenía 21 años maestro Hari, me di cuenta que podía hacer cosas muy similares a las que hacia el señor Vandor, aunque no como su maestría, aun así mi ánimo no decaía pues me acordaba de lo que me había dicho, que era:  “Muchacho no me admires pues con el tiempo serás mejor que yo”.

Yo quería adivinar, saber lo que tenían las personas en sus bolsillos, saber su edad, saber sobre su trabajo, saber lo que pensaban y porque no decirlo, trabajar en un circo.

Una mañana mi madre me pidió que la acompañara a ver a uno de mis tíos que estaba enfermo. Cuando llegamos a su casa él estaba en cama y no se veía de buen semblante.

Mi madre le conversaba y él le decía que los médicos no sabían que enfermedad tenía pero que le dolía mucho la zona derecha del estómago.

Maestro Hari y Ajanabh, ustedes pensarán que tal vez no coordino bien mis ideas al pasar del circo a un tío enfermo, pero esto tiene razón.

Como dije anteriormente, mi objetivo era hacer lo mismo que el señor Vandor, pero para fortuna o desgracia mía, el destino me tenía preparado algo muy distinto.

Para que se entienda mi relato le comento Maestro que desde los 15 años involuntariamente y solo en ciertas ocasiones veía a las personas de un color estrellado y transparente.

Esto como dije maestro era totalmente involuntario. Cuando visitamos ese día con mi madre a mi tío enfermo, vi involuntariamente a mi tío de color estrellado y con una mancha grisácea en el sector derecho de su abdomen, eso nunca lo comenté con nadie, y a las semanas después mi tío falleció.

A raíz de esta triste experiencia, decidí indagar un poco más al respecto. Cada vez que veía a alguien de color estrellado me fijaba en las manchas que tenía en su cuerpo y en sus distintos colores. Esto no era fácil pues como les comenté no lo podía hacer a voluntad.

Además como no sabía nada sobre el cuerpo humano, y no podía relacionar esas manchas que veía con alguna enfermedad decidí aprender medicina. Compré cuanto libro había sobre el cuerpo humano. Conocí cada órgano, el sector en donde estaba ubicado y lo comencé a relacionar con mis visiones.

Lo único que aún no podía realizar era el tener dominio sobre mis visiones, pero con paciencia y con la experiencia de los años finalmente lo logré.

Fue así que me convertí en el gran Vandor, pero… de las enfermedades también me percaté que podía orientar a las personas en sus emprendimientos. El nombre Vandor como les dije lo tomé en honor al señor Vandor que conocí desde pequeño.

-Isan, entiendo que tenías el don de ver enfermedades, pero:

 ¿Cómo elegías los remedios?

-Maestro, eso fue algo que tarde un buen tiempo en entenderlo, pero la paciencia y la observación dio sus frutos.

Yo acostumbraba ir a la montaña y siempre me preguntaba.

¿Qué remedio debo dar si no sé nada de plantas?

Cierta mañana y pensando en todo esto, me di cuenta que las plantas emitían un color, pero que solo yo lograba ver. Posteriormente me percaté que si hacia coincidir el color que emitía la planta con el color en la mancha en el cuerpo se podía sanar la enfermedad.

Por ejemplo maestro.

Si la mancha en el cuerpo era roja, yo buscaba plantas que emitieran el rojo y posteriormente una vez que el paciente era tratado con esta planta, este sanaba.

-Isan, aparentemente tu vida ha sido extraordinaria y cualquiera diría que no necesitas nada pero… por otra parte estas aquí solicitando mi ayuda.

-Tiene razón maestro Hari.

-Entonces explícate Isan.

-Maestro, tal como usted lo dice, aparentemente no necesito nada, me siento un afortunado de Dios, sin embargo, tengo pena, siento frustración.

Maestro Hari, con los años he aprendido a descifrar cosas que para otros resultan imposibles. Con solo mirar a una persona se inmediatamente lo que lleva, por ejemplo el señor tiene un cuchillo en su bolsillo derecho.

-Ajanabh carraspeo nerviosamente y dijo:

-Señor Isan, aclaro que es un cuchillo para tallar madera.

-Está bien señor Ajanabh y en ningún momento quise incomodarlo y decir lo contrario pero lo que si les puedo decir es que este don de adivinar no me tiene conforme.

Maestro, no sé lo que me sucede, pero siento que lo que hago no tiene sentido. Muchas veces digo… es imposible que Dios envié a alguien al mundo solo para adivinar lo que lleva en su bolsillo una persona o para sanar de su pulmón a quien abusó del tabaco.

Noche tras noche le pido perdón a Dios pues quizás soy un inconformista.

Maestro, ¿qué me está pasando?

-Muy sencillo Isan, lo tuyo se llama evolución.

-Cuando un hombre siente que su vida no tiene ningún sentido, debe estar atento a esta señal, pues es su espíritu el que pide a gritos evolucionar, y esta es una de las mayores fuerzas que encontrarás en tu vida.

En algunos años más, el hombre estudiará estos fenómenos y lo llamarán depresión, y equivocadamente darán grandes bombazos al cerebro bajo el nombre de remedios, a ese espíritu que solo quiere volar.

Quiero Isan que me pongas mucha atención:

También tú Ajanabh y si algo no entienden me interrumpen y me preguntan.

A través de cientos de miles de años el hombre y la tierra han pasado por muchos ciclos y sus cuerpos terrenales se han ido adaptando a lo que necesitaban en ese momento.

Isan, tu desde pequeño has usado una glándula que está en el centro del cerebro llamada comúnmente tercer ojo, esto te permite obtener información sobre las personas y su entorno.

-Pero maestro.

¿Es un ojo que está en el centro del cerebro?

-No Isan, es una pequeña glándula pero le llaman tercer ojo porque te permite ver cosas que el común de las personas no ve.

Cuando el recién encarnado está en el vientre materno esta glándula se activa en el día cuarenta y nueve de gestación, antes de eso es invisible para la ciencia de los médicos, aunque está ahí desde el momento en que se unen los gametos.

-Maestro Hari, cierta vez vimos con Nikolai una revista en donde aparecía el dibujo de un hombre con sus dos ojos y otro en el medio.

¿A eso se refiere usted maestro?

-La verdad Ajanabh es que lo dibujan así para que sea más explicativo, pero el tercer ojo si se hiciese visible debiesen dibujarlo atrás en la nuca.

-¿En la nuca?

Maestro.

¿Entonces si mi tercer ojo se hiciera visible me aparecería un ojo atrás en la cabeza?

-Exactamente Ajanabh.

¿Y cómo sabría maestro hacia dónde caminar?

Ajanabh, no te preocupes, pues para cambios como ese se necesitan miles de años.

Los primeros atlantes tenían sus dos ojos delanteros y uno en la nuca.

Bueno, retomando nuestro tema… como les decía, este ojo especial lo tenemos todos, solo que tú Isan lo tienes desarrollado, y esto no significa que seas más o menos evolucionado, sino que más bien es una herramienta que traes desde pequeño, pero recuerda, un don requiere de una gran responsabilidad, es como cuando contraes matrimonio, adquieres responsabilidades con tu esposa y tus futuros hijos.

-¿Maestro?- dime Ajanabh- mientras Isan atentamente escuchaba la sapiencia de Hari.

-Maestro Hari- ¿Eso quiere decir que como yo no tengo abierto el tercer ojo no tengo responsabilidades?

-Ja ja ja, tienes las mismas… las responsabilidades se adquieren en la medida que evolucionas, por ejemplo, tú tienes  responsabilidades contigo mismo, con tu hija, con tus hermanos del templo y sobre todo tienes responsabilidades ineludibles de cocinarme algo sabroso todos los días.

-¿Alguna duda más sobre este punto Ajanabh?

-No maestro- dijo un consternado Ajanabh.

-No les impresione lo que les digo pues todo va cambiando y evolucionando. Miles de años atrás los hombres eran distintos, había humanos que tenían los ojos bajo la piel y al cumplir doce años en una ceremonia cortaban la piel y los ojos comenzaban a ver. Los atlantes como les dije anteriormente tenían un ojo atrás y dos adelante, lo que les permitía ver hacia adelante y hacia atrás a un mismo tiempo. Y si vamos más atrás, había hombres que tenían un solo ojo en el centro, pero compensaban todo esto porque tenían cuatro brazos.

-Maestro Hari, ¿Entonces mi tátara y tátara abuelo pudieron haber tenido cuatro brazos?

-Pero que tonteras dices Ajanabh, estoy hablando de hace miles de años, además tu tátara y tátara abuelo eras tú mismo.

-Perdón… síganos contando maestro.

-Isan, Ajanabh, lo habitual es que este ojo invisible se cierre a los cinco o seis años, pero en el caso tuyo Isan no fue así, por lo mismo te ha permitido ver lo que otros no pueden.

Pero tu pregunta es otra… quieres saber porque te sientes incompleto y disconforme.

Como te dije anteriormente, todo evoluciona, hasta lo más ínfimo, nosotros lo llamamos perfeccionarse, por ejemplo Ajanabh usa el cuchillo para tallar figuras en madera y para otras funciones también, pero no es el tema en cuestión. Cuando Ajanabh llegó al monasterio tallaba figuras y le quedaban bastante bien, ¿Te dije Isan como conocí a Ajanabh?

-Maestro Hari, mejor siga contando al señor Isan sobre el tercer ojo.

-Pero has evolucionado Ajanabh.

Está bien mi querido amigo.

Isan, adelante, pasa por acá que iremos al templo.

¿Ves esas figuras que esta allá?

-Sí, son leones y águilas maestro.

-Si… esas figuras y aunque cueste creerlo las talló Ajanabh.

-Señor Ajanabh, usted tiene un don en sus manos, yo aunque lo intentara toda la vida jamás podría hacer algo tan hermoso.

-Así es Isan, y lo mismo le sucede a Ajanabh, por mucho que lo intente en esta vida tampoco logrará saber que tiene una persona en su bolsillo.

Todos los seres humanos tenemos distintos potenciales que debemos desarrollarlos, pero recuerda que mis potenciales no son los mismos tuyos ni los de Ajanabh, son diferentes nada más.

-Maestro Hari, cuéntele al señor Isan sobre el soldado que tallé el año pasado y lo llevamos de regalo al monasterio. Todos lo admiraban y me felicitaban.

-Ajanabh, eso se llama ego.

El maestro Hari se reía mucho con su fiel amigo Ajanabh y sus maravillosos comentarios.

-Bien, intentaré retomar el tema pues las interrupciones han sido muchas.

Como te decía Isan, las figuras actuales de Ajanabh son maravillosas, en palabras simples se ha perfeccionado.

Tú también lo has hecho, basta con que recuerdes lo que hacías y veías a los veinte años y lo que puedes ver ahora.

Lo que han hecho tanto tú como Ajanabh, cada uno en lo suyo es evolucionar.

Si le pido a Ajanabh que me talle figuritas como lo hacía hace diez años atrás simplemente no podría, ni le llamaría la atención.

Lo mismo te ocurre a ti Isan, el adivinar, el dar plantas han sido etapas muy importantes en tu crecimiento, pero tu espíritu busca nuevos desafíos, a eso se le llama evolucionar y de ello no te puedes escapar.

-Maestro Hari, le entiendo perfectamente, por lo mismo mi pregunta cambió.

-¿Y cuál es Isan?

-¿Qué viene para mí ahora?

-Te diré Isan lo que viene para ti más adelante pero ten presente que lo puedes obtener en esta vida o deberás esperar otra y otra y otra.

Vengan un momento los dos.

Observen el cielo hacia allá y díganme que ven.

La luna señor Hari.

Así es maestro, la luna.

Ahora concéntrense y díganme que ven en ella.

Yo solo veo la luna maestro.

Está bien Ajanabh.

¿Y tú que ves Isan?

También veo la luna pero percibo algo que no se definir.

¿Le vez manchas o algo poco común?

No maestro, solamente veo lo que le comenté.

Les explico a los dos.

La luna es un ser vivo, tal cual lo es el planeta tierra.

Como Ajanabh no es un vidente, solo puede ver la parte física de ella, y en el caso tuyo Isan también ves la parte física pero además si te esfuerzas puedes percibir algo más.

Cuando me dices que percibes algo pero no sabes lo que es, estas detectando que ese planeta tiene vida.

Isan, estos son tus primeros pasos profesionales como vidente para que puedas entenderme. Con el tiempo podrás percibir no solo la luna, sino que también cualquier planeta, y lograrás captar si tiene o no habitantes. El tercer ojo tiene múltiples funciones de las cuales las iras conociendo conforme evolucionas.

Tu videncia con el tiempo te permitirá ingresar a estados superiores de conciencia y permanecer más tiempo de lo habitual en ellos, por ejemplo Ajanabh solo logra ver el 5% de la luna, tú como vidente podrás llegar a ver hasta el 50% si te lo propones.

¿Maestro Hari?

Que sucede Ajanabh.

¿Porque dice usted que solo veo el 5% si yo la veo entera?

Ajanabh, no boicotees mi discurso.

Perdón nuevamente maestro.

No te preocupes Ajanabh, me refiero a que la mayoría solo podemos percibir el 5% de la luna espiritualmente hablando.

Ahora entendí maestro y muchas gracias.

Isan, Ajanabh, recuerden siempre esto.

El tercer ojo no es solo para ver auras o adivinar lo que lleva una persona en el bolsillo, sino que está destinado a cosas más importantes como ver mundos invisibles al ojo humano, como así también ver el plano astral, pero todo bajo un objetivo determinado. El tercer ojo está para descubrir, para observar.

Tu Isan cuando ves colores en las personas a lo que tú llamas manchas, estás viendo su aura, y cuando ves su cuerpo como el color de las estrellas, estás viendo su cuerpo astral. Con el tiempo no solo verás esta aura sino que percibirás como está ese espíritu, y lo que necesita para su evolución. Como puedes observar es una maravillosa pero a su vez una gran responsabilidad.

Muchos piensan que el tercer ojo es un órgano que ve, pero todo lo contrario, cuando está bien desarrollado es un órgano espiritual que siente, y además es un órgano espiritual que te permite comprender la naturaleza humana y la de otros seres también.

En el templo los monjes recomiendan para desarrollar el tercer ojo no concentrarse en imágenes o colores no que todo lo contrario, deben sacar de su mente todo esto y centrarse en un sentimiento que tú elegirás, por ejemplo el amor, la comprensión o piedad, sin embargo no descartemos que muchos magos negros activan su tercer ojo pensando en el odio, venganza y engaño. La meditación hace maravillas en ese sentido.

Cierta vez un hombre que venía de las estrellas llegó a la tierra y le dijo a uno de sus discípulos.

Ve a la entrada de la ciudad y me traes un asno que me está esperando.

El discípulo se dirigió al lugar y efectivamente el asno estaba ahí.

¿Ustedes piensan que este hombre de las estrellas era un vidente?

¿Piensan que quería demostrar su poder de adivinación?

Nada de eso mis estimados amigos, porque a él ni siquiera le interesaba, pero como su poder de percepción que le proporcionaba su tercer ojo abierto era tan grande le permitía percibir que el asno estaba a la entrada de la ciudad como así también que en ese lugar más adelante encontraría su muerte.

Su videncia le hizo sentir que ahí encontraría su muerte pero no la vio.

Los maestros espirituales usan su tercer ojo solo para obtener información sobre algo importante.

Tu Isan aun estas muy lejos de eso, pero ya estás en el punto de partida que es lo más importante. Con el tiempo no solamente tu tercer ojo te permitirá percibir todo lo que te rodea, sino que también podrás ingresar a las células humanas igual como lo hace el hombre a través de un microscopio. Pero tu iras más lejos aún pues conocerás a ese hombre.

Recuerda siempre esto.

La videncia o tercer ojo permite obtener información energética sobre el hombre.

Ahora acércate que te contactaré con uno de nuestros monjes que te llevará a otro monasterio donde te enseñarán si es que tú lo deseas a desarrollar correctamente tu vórtice.

Gracias maestro Hari, eso es lo que estaba buscando y que Dios lo bendiga, no lo defraudaré.

No te defraudes a ti mismo Isan y todo estará muy bien. Marcha en paz.

¿Y yo maestro Hari?

Tu mi amigo y fiel Ajanabh sigue desarrollando tu arte culinario pues tengo un apetito enorme.

04 -04- 2021

Desde el astral.

Katherine Stehberg

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