La vida es un eterno espiral.
Cuando menos lo piensas caes al vacío,
Y aunque no lo sientas siempre estaré ahí en tu momento de mayor debilidad.
En el instante en que tu corazón más duele.
Conecta tus manos,
No temas.
La tormenta poco a poco saldrá de tu alma.
Ten confianza en tu fuerza,
Ya conoces la verdad.
No la dejes ir.
No somos de mundos distintos.
Permíteme tener la osadía de dirigir tus pasos, aunque sea por unos breves segundos.
Una joven mujer llamada Ezra aburrida de su vida y cansada de tanto dolor consultó un día al maestro Hari.
-Maestro, yo soy una persona como cualquier otra, pero desde hace un tiempo pienso que la vida no es sólo despertar, trabajar, comer y dormir. Busco algo distinto, pero no sé qué es.
– ¿Tú crees en Dios? – Preguntó el maestro Hari.
– Por supuesto maestro, desde hace mucho que lo busco y me gustaría encontrarlo y poder mirarlo, aunque sea solamente un segundo.
– Bueno, entonces acompáñame.
Más adelante se divisaba un bosque muy frondoso.
Ezra preguntó:
-Maestro, yo muchas veces pasé por este sector, pero jamás vi este bosque.
-Lo que sucede hija, es que siempre has usado tu vista física.
Ezra junto a Hari entraron al bosque en busca de Dios.
La entrada era imponente, muchos árboles, mucha agua y un sonido que sanaba hasta el corazón más duro.
Recién iban algunos metros de recorrido y Ezra divisó lo que aparentemente eran unos pájaros bebiendo algún tipo de fluidos de unas flores.
-Maestro ¿Qué son esos pájaros?
-Acércate con cuidado para no asustarlas. No son pájaros Ezra son Hadas.
-Pero maestro, sus caras son feas.
-No te impresiones, el concepto de belleza es muy distinto a los parámetros que te enseñaron desde pequeña en la tierra.
-Pero maestro ¿Qué comen?
-Sólo fluidos etéricos que sacan de las flores. Sigamos- dijo Hari.
Más adelante se encontraron con un hombre que a los lejos podía percibirse que no se encontraba en buen estado.
-Maestro ¿Quién es ese hombre?
-Es un mendigo Ezra.
– ¿Y qué quiere?
-Supongo que lo que quiere todo mendigo. Pregúntale.
Este hombre vestido de harapos, estaba apoyado en un gran árbol y producto de su débil estado por falta de alimento apenas podía moverse.
-Buen hombre ¿En qué puedo ayudarle dijo Ezra?
– ¿Me podrías dar algo de comer?
– Perdóname es que no llevo nada conmigo- y siguió por el sendero.
El maestro Hari que vio la escena se quedó un rato junto al mendigo, tocó su cabeza y algo le dijo que Ezra no alcanzó a escuchar.
-Bueno muchacha, sigamos, pues al paso que vamos antes de que encuentres a Dios ya habré desencarnado.
Ezra miraba a Hari desconcertada.
-Maestro ¿Qué le dijo a ese mendigo, que terminó llorando?
-Escucha Ezra, no le dije nada en especial, es más le dije lo mismo que tú, pero agregué algo que a ti te faltó.
– ¿Qué le dijo maestro?
– Bueno al igual que tú, le pregunté que necesitaba. Me dijo que comida. Pero al igual que tú le dije que no llevaba nada conmigo. Pero posteriormente le pregunte:
– Dime una cosa ¿Cómo te llamas?
– Samuel señor- me respondió.
– ¿Hace cuánto que no comes? – preguntó el maestro.
– Varios días.
– ¿Tienes familia?
– Si- me respondió- cuatro hijos.
– ¿Los extrañas?
– Mucho, no los veo hace años.
– ¿Se alejaron ellos de ti o tú de ellos?
– El error fue mío señor.
Posteriormente toqué su cabeza con el cariño que lo haría cualquier padre y le dije:
-Hoy comerás y mientras llega tu alimento, pediré al Creador por ti.
– Pero Señor, Dios me abandonó hace muchos años.
-No… eres tú el que ha puesto un manto de neblina frente a él, pero no te preocupes tu petición ha sido escuchada.
El mendigo sólo lloró.
-Ezra, cuando veas que un hombre te pide algo, pregúntale como se llama, si tiene familia y si puedes le darás algún alimento. Si no tienes pide por él. Muchos pasarán frente a un mendigo y sólo tirarán una moneda para acallar su conciencia. Como tú vas en busca de Dios deberás ser distinta. Ese hombre necesitaba amor, oración y tú lo tenías, pero no se la diste. Aprende a confiar en tus medios.
– ¿Pero maestro también su cuerpo necesitaba alimento?
– Por supuesto que sí. Mira hacia atrás…
Ahí estaba Ajanabh el ayudante del maestro Hari, comiendo junto a Samuel.
-Ezra, no todo es oración, ni tampoco todo es alimento. La unión de ambos genera el efecto que el Creador nos pide. Ahora sigamos que Ajanabh es muy bueno para conversar y estará un buen rato con Samuel. Recuerda él no es el mendigo, es Samuel y te sorprenderías si supieras lo que fue en su vida pasada.
– ¿Qué fue maestro?
– Todo a su tiempo.
-Está bien…Maestro ¿Usted cree que con mis limitados conocimientos puedo alcanzar a Dios?
– No sé si lo alcanzarás, pero también debes comer, iré a buscar a Ajanabh antes que se coma todo junto a Samuel.
Ahí estaban los tres, el maestro Hari, Ezra y Ajanabh, disfrutando de una apetitosa comida.
-Maestro Hari, ¿Cómo conoció a Ajanabh?
Ajanabh carraspeó fuerte y dijo: Maestro adelántense que yo los sigo.
– Ajanabh es muy simpático, pero es algo extraño maestro ¿O dije algo inoportuno?
-No, pero lo dejaste sin comer su Sikarni. Sigamos…
-Maestro aquí hay un trozo de madera donde tallaron: “Sigue buscando a dios”
-Tienes razón Ezra, ¿Encuentras algo extraño o le cambiarías algo?
-Si maestro- respondió ella.
– ¿Qué?
-Me parece que aquí dios lo escribieron con letra minúscula y para mi es con mayúscula.
-Escucha lo siguiente muchacha, primero déjame felicitarte por fijarte en ese detalle. Bueno si nos referimos al correcto lenguaje de los hombres, sólo los nombres propios se escriben con mayúscula, y como dios no es un nombre propio, se escribe con minúscula. Ahora yo por respeto acostumbro a escribir DIOS con mayúscula, aunque el idioma diga lo contrario.
-Ahora lo entiendo maestro, pero ¿Por qué esa frase?
-La paciencia será otra de las virtudes que tendrás que aprender.
– ¿Maestro usted tiene mucho trabajo? ¿Después que encontremos a Dios tiene que ir a otra misión?
-Sí, me urge viajar a Egipto, pues necesitamos ayudar a un muchacho que tiene una característica única en todo el planeta.
– ¿Es un maestro también? – dijo Ezra.
– No, tiene la habilidad única de involucrarse en problemas difíciles, se llama Nikolai. Pero primero seguiré contigo.
Más atrás venía Ajanabh.
-Maestro, lo escuché que tenemos que ir a visitar a Nikolai.
– Así es Ajanabh- respondió el maestro.
– ¿Entonces viajaremos a Mozambique nuevamente donde están los leones?
-No, iremos a Egipto.
– Ajanabh dijo- Me parece bien maestro suena mucho mejor ¿Allá es más tranquilo maestro?
– Bueno aparte de los escorpiones mortales, los escarabajos que se meten en tu ropa, momias y algunos espíritus malvados yo diría que es más tranquilo que Mozambique.
Ajanabh quedo pálido.
-Bueno no perdamos el tiempo.
-¿Cómo te sientes Ezra? – Preguntó Hari.
-Maestro sin ofenderlo me siento conforme pero no del todo, pues hasta el momento no he visto nada que se le parezca a Dios.
-Sigamos entonces buscando- dijo Hari.
-Hija ¿Por qué buscas con tanta ansia a Dios?
-Lo que sucede maestro es que yo perdí a mi padre desde muy pequeña y siempre quise hacerle tantas preguntas y pienso que sólo Dios puede contestarme. Por eso lo busco…Maestro más adelante se ve un rio.
-Pero si te fijas Ezra hay un puente.
-Maestro ¿Qué hay al otro lado del puente?
A lo que el maestro respondió – ¿Necesitas saberlo?
-Si maestro, o si no simplemente no lo atravesaré.
-Y si te dijera que Dios te espera al otro lado del puente ¿Qué harías?
– Iría porque confió en usted.
-Ezra, prefiero que aprendas a confiar en ti y tus capacidades.
-Ezra pon mucha atención a lo siguiente: Tú buscas con mucha ansia a Dios como todas las personas, sin embargo, esta ansiedad te lleva a mirar y no “ver”. Cuando recién entramos al bosque ¿Qué viste?
-Unas hadas maestro.
-Bueno ahí tenías el primer símbolo de Dios. LAS HADAS representan el DESTINO y el ORÁCULO.
-Después ¿Qué viste Ezra?
-Al mendigo maestro.
-Pues miraste mal, el mendigo estaba apoyado en un gran árbol. Este es otro signo que te entrega Dios pues EL ÁRBOL representa la VIDA y su CONSTANTE EVOLUCIÓN, también representa a tus ANCESTROS a través de sus raíces.
-Después ¿Qué viste Ezra?
– El madero que decía: “Sigue buscando a dios”
– Esa frase tallada en la madera “Sigue buscando a Dios”, representa el número 8, un número con mucha fuerza,
El número del Cristo es 888,
Tienes también los 8 senderos de Buda;
Como así también representa la carta de la justicia en el tarot.
Los sobrevivientes del arca de Noé fueron 8.
Pero cuidado, los escorpiones también tienen 8 patas.
Puesto horizontalmente representa el infinito.
Samuel el mendigo es número 8.
Esto te indicaba que Dios estaba contigo en todo momento.
-Maestro me sorprende su sabiduría. ¿Cómo sabe que esa frase representa un número 8?
-Te lo podría explicar fácilmente pero mi función en este momento no es dar una clase de numerología. Bueno y ¿Qué viste posteriormente?
– El puente maestro Hari.
– Ese puente que acabas de ver representa la unión entre el mundo terreno y el mundo espiritual, entre “los vivos” y los “muertos”.
-Entonces maestro ¿Debo cruzarlo para ver a Dios?
-No, Dios está en cualquier parte donde lo necesites, está antes y después del puente, también es el puente.
-Maestro estoy decepcionada por mi ignorancia, yo intentaba buscar a Dios para poder ayudar o hablar con mi padre. Él se fue tan repentinamente que nunca pude decirle cuanto lo amaba y pienso que no está bien.
-Aciertas y te equivocas. Dios siempre escucha nuestras suplicas… Mira hacia el puente.
-Maestro veo la silueta de un hombre que va de espaldas a nosotros y que acaba de cruzar el puente.
-Pues bien, Ezra, ese es tu padre que hace algunos momentos atrás estaba en el plano de los vivos sin saber qué hacer. Tu amor y tu preocupación produjeron el milagro y ahora ya está en el mundo de los espíritus y la luz.
– Maestro solamente quiero llorar.
– Llora y recoge esas flores que están bajo tus pies, luego regresa por donde entramos y aléjate cantando.
– Maestro quiero seguir a mi padre.
– Hija aún no es tu tiempo.
Eternas gracias y bendiciones por cederme algunos segundos en tu vida.
MENSAJE ENVIADO DESDE EL MUNDO ESPIRITUAL
EXTRACTO DEL LIBRO RELATOS DE LUZ