Cuentan que un hombre de maletín llegó a una estación de trenes y compró un boleto.
Su nombre era Santiago.
El que le vendió el boleto le dijo… señor, el tren viene con una hora de atraso. Santiago le dijo, no se preocupe igual lo tomo pues necesito viajar hoy.
Para que el tiempo transcurriera más pronto, compró un periódico y más allá unas fragantes cerezas que vendía una mujer.
Santiago buscó una banca para sentarse, leer su periódico y comerse algunas de sus cerezas.
Encontró una, se sentó y abrió el periódico, al mismo tiempo puso la bolsa con cerezas a su lado para ir sacando una tras otra.
Se preparaba a leer y comer cuando en ese instante se sienta un hombre de largo abrigo a su lado.
Esto no le llamo la atención a Santiago pues los asientos son públicos.
Santiago siguió en lo suyo, tomó una cereza y se la comió, el hombre que estaba a su lado también tomó una cereza de la bolsa de Santiago y se la comió.
Fue tanto la sorpresa de Santiago que no dijo nada. A continuación, Santiago tomó otra cereza y el hombre que estaba a su lado volvió a sacar otra y le sonrió.
Claramente esto era una provocación.
Santiago estaba totalmente desconcertado, nunca en su vida le había pasado algo semejante, pensaba esto es una broma o será un mal sueño.
Santiago de reojo observaba al hombre del abrigo.
Santiago esta vez con más cautela volvió a tomar otra cereza, pero ya poniendo cara de molestia, el hombre que estaba a su lado sin inmutarse saco otra cereza y sonriendo se la comió.
Santiago no era un hombre de discutir sino más bien de ejercer sus derechos, pero esta vez explotó, tomó su maletín, se levantó de la banca muy molesto y fue a estampar un reclamo a la ventanilla.
El hombre del abrigo miró a Santiago extrañado.
Llego a la ventanilla y le dijo al que atendía…Señor vengo a estampar un serio reclamo hacia ese hombre que se ve allá sentado en la banca.
Y cuál es su reclamo le dijo en funcionario.
Lo que sucede dijo Santiago es que compré unas cerezas, me senté en esa banca y las puse a mi lado para ir leyendo y sacando cerezas, pero…mi sorpresa fue grande cuando el hombre que estaba a mi lado cada vez que yo sacaba una, sonreía y sacaba una sin mi permiso.
Yo pienso dijo Santiago que los guardias deberían detenerlo porque se ve que es un perturbado.
Está bien le dijo el funcionario, pero antes muéstreme su identificación para estampar el reclamo.
Santiago abrió su maletín para sacar sus documentos y quedo paralizado…
La bolsa con cerezas estaba al interior totalmente intacta.
LA ENSEÑANZA.
Esta corta historia nos deja una enseñanza.
El hombre que estaba al lado de Santiago también había comprado cerezas y era Santiago el que sin pedirle permiso le estaba sacando sus cerezas.
Es más, el hombre del abrigo sonreía y no tenía ningún problema en compartir sus cerezas con Santiago.
A veces por apresurarnos o por no observar nos equivocamos
Siempre observa, y no corras.
No siempre las situaciones son como tú crees, y muchas veces también obtendrás ayuda del que menos esperas o te violentaras con la persona equivocada.
Medita y pide por esta mezquina humanidad.
Adaptación relato de luz desde el astral.
Transcrita 23 de abril del 2018 a las 20.23 horas.
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